El
molino de viento aprovecha la energía eólica
por medio de grandes aspas o paletas acopladas a
un eje. Los tradicionales solían tener cuatro
aspas en forma de cruz, las que llegaban a medir
unos 11,5 metros de largo, y estaban compuestas
de un esqueleto de madera recubierto por lona.
Las
aspas se colocan en ángulo con respecto a la
dirección de las corrientes de viento
naturales, pudiendo girar en círculo aun cuando
se encuentren perpendiculares a su fuente de
energía. Algunas aspas eran directamente de
lona, que se embolsaba con el viento. Hay
quienes piensan que la idea de los molinos
surgió observando las velas de los barcos.
En
general las aspas, sobre todo las más modernas,
tienen una ligera concavidad en la cara que
enfrenta al viento, la que facilita que sean
impulsadas por éste. Las aspas, al girar por
efecto del viento, mueven un árbol (barra,
generalmente metálica) que transmite el
movimiento a una rueda maestra dentada, cuyos
dientes se engranan con otra rueda más pequeña
llamada linterna, que gira en forma horizontal,
arrastrando un grueso eje metálico cuadrado,
que mueve una muela (volandera) aplastando el
grano contra otra muela fija (solera).
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